11. COMPRESIÓN Y REDUCCIÓN DE DATOS
A efectos de la preservación a largo plazo, los formatos de destino que emplean la reducción de datos (a menudo denominada, incorrectamente, «compresión» de datos) no deben utilizarse cuando codificamos grabaciones originales analógicas o digitales lineales. Los llamados «códecs con pérdida», basados en la codificación perceptiva, dan lugar a la pérdida irrecuperable de partes de la información primaria. Los resultados de esa reducción de datos pueden sonar y parecer idénticos o muy similares a la señal lineal no reducida, pero en un uso ulterior de esa señal reducida de datos la probabilidad de que el contenido primario se degrade es mucho mayor.
Si bien en principio no nos oponemos a utilizar la compresión sin pérdidas (totalmente reversible), frente al ahorro en los costes de almacenamiento que conlleva hay que tener en cuenta el aumento del riesgo que supone no disponer en el futuro de las herramientas necesarias para decodificar los ficheros, o que estos ya no cuenten con el suficiente respaldo de la industria. Los esquemas de compresión de datos, tanto si tienen pérdidas como si no, producen corrientes de datos con mayor tendencia a pequeños errores de lectura que las corrientes con codificación lineal, y por lo tanto es más probable que el contenido de esas corrientes comprimidas sufra más corrupciones causadas por esos errores que una corriente de datos con codificación lineal.
Este principio archivístico también debería aplicarse, siempre que sea posible, a las grabaciones originales creadas con la intención de ser preservadas. Sin embargo, si el contenido que llega a un archivo se ha grabado en un formato reducido de datos no lineales, se debe preservar fielmente en su estado original.
Comentario:
La reducción de datos es una herramienta potente en la difusión de contenidos audiovisuales. Sin embargo, su uso para la preservación es contrario al principio ético de conservar la mayor cantidad posible de información primaria. La reducción de datos no permite restablecer la señal a su estado original y, además, limita el uso ulterior de la grabación debido a los artefactos que se generan al poner en cascada material codificado perceptualmente, por ejemplo, en la elaboración de un nuevo programa que incorpore los sonidos e imágenes originales.
Debido a la enorme cantidad de datos necesarios para almacenar señales de vídeo digital, se ha venido generalizando el uso de la reducción de datos para los formatos de producción. Lo ideal sería que los formatos de codificación no lineal se conservaran en su forma original. Sin embargo, cuando el formato de origen tiene un propietario, como el MiniDisc y el DVCAM (véase IASA-TC 04, 5.5.12.1; IASA-TC 06) se nos puede plantear un problema grave. La información primaria de esas grabaciones se puede migrar, lógicamente, a un formato compatible con la preservación, o se puede conservar la codificación original. Esta decisión vendrá a menudo determinada por las políticas de preservación digital de los archivos.